Situación Actual de los Trabajadores en las Fábricas de Ladrillos de Paquistán

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En plena era de la arquitectura moderna, cuando las labores de construcción alcanzan niveles sin precedentes y se han introducido tecnologías cada vez más avanzadas, sigue persistiendo la realidad de que un enorme número de seres humanos especialmente niños inocentes, se encuentran sometidos a condiciones infrahumanas en las fábricas de ladrillos. Aunque el gobierno ha promulgado innumerables leyes contra el trabajo infantil, dichas normas son atropelladas continuamente y de la manera más abyecta. Los empleadores de las fábricas ladrilleras reinciden en su incesante violación de las normas gubernamentales. Los señores feudales, los burócratas y los hombres de negocios se dan cita en el sector de la industria ladrillera en su afán de enriquecerse al más breve plazo y extraer los máximos beneficios. Éstas son las personas que en nuestra sociedad exhiben la imagen de ricos por su status social, pero que son pobres en términos de valores humanos. Entre ellos pululan los así llamados funcionarios gubernamentales, que pretenden estar al servicio de la nación, pero que irónicamente se convierten en la causa del mercado negro y fomentan la injusticia en nuestra sociedad. El gobierno de Punjab ha establecido salarios fijos para los obreros de las ladrilleras, que se traducen en mil treinta seis rupias por la producción de 1000 ladrillos. Sin embargo, los trabajadores reciben menos de 400 a 650 rupias por 1000 ladrillos (500 rupias= 6,7euro*). Por si ello fuera poco, los patrones retienen lo que ellos denominan “sood” (interés que debe ser pagado por los trabajadores por un supuesto contrato de un préstamo, que es la suma percibida como adelanto del salario personal) que es calculado sobre la suma que los patrones dan como “adelanto” a sus empleados.  Los empleadores deducen veinticinco (25) rupias de cada cien rupias en calidad de “sood”. Esto ilustra el abusivo y cruel comportamiento de los patrones de las ladrilleras. Dado que los trabajadores a menudo son analfabetos y carecen de calificaciones, los empleadores consiguen fácilmente secuestrar sus mentes inocentes mediante lisonjas y así pagarles salarios mínimos, a la vez que les exigen un rendimiento máximo. Menos concesiones y más producción, es la máxima. Es posible hallar casos de tráfico de seres humanos en las fábricas de ladrillos. Los niños pobres son comprados por los patrones de las ladrilleras y éstos los convierten en trabajadores esclavos vitalicios, que reciben una alimentación mínima que apenas les permite sobrevivir en su selva de ladrillo. Algunas ONG se movilizan activamente para rescatar a estos menores y en muchos casos también descubren situaciones de extremada injusticia y crueldad.

No es extraño hallar casos de abuso sexual es estos lugares. Los menores inocentes son explotados de esta manera también por estos personajes, que se comportan como bestias salvajes frente a seres humanos mientras simulan ser miembros cultos de la sociedad. Dichos personajes son una lacra para cualquiera sociedad civilizada y este fenómeno es conocido en todo el mundo. Otro dato importante relacionado con los trabajadores del ladrillo es que realizan esta misma actividad generación tras generación, puesto que desde su más temprana edad los niños aprenden este oficio de sus mayores. Porque sus padres no tienen suficiente para subsistir, éstos se ven conminados a llevarlos a la fábrica de ladrillos. Las organizaciones locales de Spark y CACL en Paquistán están trabajando para dar protección a estos menores e intentan que se apliquen los derechos de la infancia. Lamentablemente éstas no siguen coronar con éxito sus esfuerzos, dado que no siempre se aplican las leyes. Sólo los sindicatos activos, los esfuerzos de la OIT y las actividades tales como la Marcha Mundial contra el Trabajo Infantil han conocido algunos resultados positivos. Pero incluso si estas federaciones e instituciones a veces consiguen avances, ellas deben enfrentarse a estructuras y burocracias de corte feudal. Y todo ello, a pesar de que, en el mundo actual, todos los seres humanos sin excepción tienen iguales derechos a la subsistencia y nadie es superior a otra. Se deben imponer normas estrictas contra el trabajo infantil. Por su parte, los gobiernos deben asumir la responsabilidad de que estas reglas sean aplicadas a los trabajadores de la industria del ladrillo. Desafortunadamente, se aprueban reglamentaciones que no son respetadas. El gobierno debe actuar rigurosamente contra los patrones de las ladrilleras que atropellan la ley a voluntad, de modo que otros patrones honestos puedan ocupar esas funciones. El gobierno debería ofrecer cursillos de formación a los trabajadores, quienes se desempeñan en la misma actividad generación tras generación. Los trabajadores de las fábricas de ladrillos deberían recibir una remuneración adecuada que les permita satisfacer sus necesidades principales y que facilite la asistencia de sus hijos a las escuelas y así obtener una educación similar a la de los demás niños.

*(Nota del Trad.)

Sra. Syedah Hifza Hammad

Secretaria General de la APFUTU (Sección Mujeres)